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Procesos Formadores del Suelo (PFS)

La formación del suelo tiene lugar como consecuencia de la actuación de los cinco factores formadores, ya descritos, y en ella desde el punto de vista didáctico se pueden distinguir dos etapas: la etapa inicial que representa la diferenciación de los constituyentes del suelo y una etapa final en la que los constituyentes se reorganizan y evolucionan para formar el suelo.

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La etapa inicial: comienza, lógicamente, con la fragmentación de las rocas originales y también de los restos de los organismos que poco a poco han ido colonizando el material. La desagregación del material facilitará la circulación del aire y del agua, y también favorecerá la actividad biótica, todo lo cual conducirá a la subsiguiente alteración química del material.

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Los minerales de las rocas originales, dependiendo de su estabilidad, se alteran en mayor o menor medida, apareciendo en el suelo más o menos transformados. Los iones liberados en la alteración mineral pasarán a la solución del suelo y pueden formar geles o se recombinarán para dar lugar a nuevos minerales.

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Por otra parte, los vegetales y animales sufren al morir unas intensas transformaciones químicas, desarrollándose un nuevo material orgánico que evoluciona para alcanzar un equilibrio en las condiciones edáficas, llamado humus. Durante estos procesos de transformación del material orgánico se desprenderán compuestos sencillos que irán a engrosar la solución del suelo y también se pueden desprender como consecuencia de estas reacciones determinados gases, además de agua, aunque el agua y los gases del suelo proceden fundamentalmente de la atmósfera.

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Etapa final: Todos los constituyentes formados o liberados en la etapa inicial (minerales, humus, geles, gases, agua y soluciones) sufren una serie de procesos de mezcla y diferenciaciones que si evolucionan in situ conducen a la formación del suelo, mientras que si son arrastrados a otros lugares, dan lugar a los sedimentos (los cuales pueden edafizarse posteriormente para dar suelos).

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Como en estos procesos de modificación de la roca para dar origen al suelo el clima juega un papel fundamental para denominarlos genéricamente se utiliza el término de meteorización, meteorización física o fragmentación del material original y meteorización química o alteración química.

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La actuación de los factores formadores (clima, vegetación, litología, geomorfología y tiempo) se produce mediante unos procesos de edafogénesis, que pueden sucederse en el tiempo, actuar simultáneamente e incluso ser antagónicos.  Los procesos que actúan en un suelo se pueden agrupar en tres categorías:

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1) Transformaciones (orgánicas e inorgánicas). Conjunto de procesos que conllevan cambios de composición y forma de los compuestos orgánicos y/o inorgánicos que pueden afectar al material del suelo.

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La meteorización consiste en la transformación por los distintos agentes atmosféricos del material mineral del suelo o de la roca madre. Por tanto, los diferentes procesos de meteorización pueden ser considerados tanto procesos edafogenéticos como procesos previos a la diferenciación de horizontes. Pueden ser de naturaleza física (fragmentación y disgregación mecánica de la roca), química (se produce un cambio en la naturaleza de los materiales) o biológica, que en última instancia engloba procesos físicos o químicos provocados por la actividad orgánica.

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2) Translocaciones: Implica un cambio de posición de un componente que, si bien puede ser tanto ascendente como descendente dentro de un perfil, habitualmente domina este último. Supone la concentración de materiales en ciertos puntos del perfil. Según la causa que genera este movimiento distinguimos entre translocaciones en solución (carbonatación, gipsificación, salinización) y translocaciones en suspensión (argiluviación).

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3) Adiciones y pérdidas: Incluye procesos de enriquecimiento y de eliminación, respectivamente, de materiales y componentes del perfil edáfico.

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3.1) Cumulización: Proceso de aporte de material que se traduce en el engrosamiento del horizonte superficial de materia mineral, lo que repercutirá en la evolución del suelo.

Puede diferenciarse entre aluvionamiento, o aporte por las corrientes fluviales, y coluvionamiento, con aportes derivados de la combinación de la fuerza de la gravedad y de corrientes de agua. Estos aportes se tratan en muchos casos de material pre-edafizado o suelos erosionados.

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3.2) Lixiviado: Migración, más o menos continuada, de un componente del suelo, por la acción de un agente químico. La pérdida del componente afectado se producirá progresivamente dentro del perfil tal y como el frente de humectación lo atraviese de forma habitual. En las condiciones climáticas de los Pirineos el frente de humectación puede atravesar todo el perfil por lo que es habitual que la lixiviación afecte tanto a la parte superior del mismo como a la inferior. En las condiciones más húmedas y geomorfológicamente estables, los iones en solución van circulando y perdiéndose, lo que comporta una progresiva acidificación y desaturación del complejo de cambio.

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3.3) Erosión: Proceso de degradación física del suelo que consiste en la pérdida de parte o la totalidad del perfil. Bajo una cubierta forestal o pascícola los suelos presentan agregados muy estables y tanto la escorrentía superficial como el movimiento de partículas tienden a ser escasos. Los procesos de erosión que pueden observarse en el Pirineo son: movimientos de partículas (caída de rocas, arroyada difusa, en surcos y en cárcavas) y movimientos en masa (solifluxión, gelifluxión, reptación, deslizamientos). Los sustratos en los que estos procesos son más evidentes son los depósitos morrénicos, margas y turbiditas.

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